Primero, elegimos cuáles deberían ser las normas que el concurso tendría, y qué casualidad que fue justo mientras dábamos los textos normativos.
Después, cada grupo tenía que elegir un poema y ponerlo decorado en su mural. También se podía traer algo de ropa y hasta pintarse la cara.
Y, por último, pero no menos importante, recitar el poema con buena entonación, ritmo, armonía y, sobre todo, con mucha emoción e ilusión acompañado de nuestra expresión no verbal para ello.
Después de todo se eligió al ganador. Y seguro que ahora estaréis pensando que le dieron un gran premio, y así fue. Al equipo ganador se le sumó un positivo, y puede parecer que no era mucho pero a más de uno nos vino genial.
!Vivan los positivos! ¡uy! quería decir... ¡viva la poesía!
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